La campaña finaliza con un balance más negativo que positivo: tres descensos y un ascenso imposibilitado por arrastre. Solo Atlético Onubense e Infantil A dieron la cara en sus respectivas competiciones en fútbol-11. El Juvenil B y el Cadete B completaron un gran año que se vio empañado por los descensos de sus respectivos equipos. En fútbol-7, histórica clasificación del Alevín A.

La temporada 24/25 ha dejado una fotografía muy representativa del momento por el que atraviesa la cantera del Recreativo de Huelva. Un curso marcado por vaivenes deportivos y decisiones institucionales que han tenido un impacto directo en el desarrollo de los equipos formativos del Decano.
El Atlético Onubense fue uno de los grandes protagonistas del año. El filial albiazul no solo logró una holgada permanencia en la Tercera RFEF, sino que llegó a soñar con el ‘play-off’ en el tramo final de la campaña. La trayectoria del segundo equipo recreativista fue, sin embargo, un reflejo del propio desconcierto que vivió el club. Arrancó el curso con Kuiki al frente de un grupo que mantenía la base del ascenso logrado el pasado año. Los canteranos pagaron la falta de experiencia en la categoría, sufriendo derrotas inmerecidas pese a firmar buenos encuentros.
Cuando el equipo comenzaba a despegar, la llegada de un futuro nuevo propietario alteró la dinámica. El relevo en el banquillo fue inmediato: Kuiki salió y entró Raúl Galbarro, técnico de la confianza de los nuevos gestores, acompañado por cinco refuerzos que elevaron el nivel competitivo de una plantilla que ya contaba con una sólida base. A pesar de la inexperiencia de Galbarro en los banquillos, el grupo supo adaptarse y crecer hasta escalar posiciones y asentarse en la zona alta.
Con el ascenso de Galbarro al primer equipo, el filial cerró la temporada con un tercer entrenador. Manolo Toledano, hasta entonces coordinador de cantera, asumió las riendas para firmar la permanencia matemática y, de paso, decir adiós a cualquier opción de disputar la fase de ascenso.
El drama del Juvenil A y su efecto dominó
La cruz más amarga la vivió el Juvenil A, inmerso desde el primer día en una temporada que fue una auténtica pesadilla. Los datos son demoledores: solo 10 puntos sumados en 34 jornadas y un descenso a Liga Nacional más que cantado desde hace tiempo. El equipo fue incapaz de competir con regularidad en la División de Honor, víctima de una mala planificación y de la ausencia de refuerzos que pudieran revertir la situación.
El relevo de Rubén Negrete por Chato en las últimas fechas tampoco cambió el rumbo de un equipo que no pudo evitar el colapso. Este descenso arrastra consigo al Juvenil B, que pese a proclamarse campeón de su categoría a falta de una jornada y firmar un año sobresaliente bajo la dirección de Dani Andivia, no podrá ascender a Liga Nacional. Un castigo tan doloroso como injusto para un bloque que mereció otro destino.
Los cadetes, entre la reacción y la impotencia
En categoría cadete, el Cadete A vivió un año complicado desde el principio. Tardó ocho jornadas en sumar su primer triunfo y no fue hasta la jornada 20 cuando llegó la segunda victoria. La salida de Paco Tercero y la entrada de Joselu Jiménez al frente del banquillo ayudaron a mejorar la competitividad, pero el objetivo de la permanencia se escapó por poco.

Como consecuencia directa del descenso del Cadete A, el Cadete B de Paco Palacios, que completó una gran temporada en la Primera Andaluza luchando por la cuarta plaza, se ve condenado por arrastre a competir el próximo año en categoría provincial. Otro ejemplo de cómo el esfuerzo y el buen hacer no siempre obtienen la recompensa deseada.
Esperanza en infantiles y fútbol-7
La nota más positiva del año en la cantera albiazul llega desde las categorías inferiores. El Infantil A, dirigido por Sayago y Dani Asuero, no solo logró una permanencia cómoda en la élite, sino que lo hizo con un plantel ilusionante y con proyección. Por su parte, el Infantil B de Juan Ramos terminó en cuarta posición con un grupo de primer año centrado en su evolución futbolística. El resultado, aunque secundario, refleja una labor bien dirigida.
En el fútbol-7, la cantera ha brindado motivos para la sonrisa. El Alevín A firmó su mejor clasificación histórica en la máxima categoría autonómica, mostrando una notable progresión bajo el liderazgo de Raúl Porras. El Alevín B de Jonathan también brilló con una meritoria quinta posición. Y en categoría benjamín, los dos equipos han sido campeones en sus respectivos grupos. El Benjamín A de Alejandro Rastrojo ya se prepara para competir en el Sector Andaluz, mientras que el Benjamín B de Rafael Gil cierra un año muy positivo en el apartado formativo.
Conclusión
El año ha dejado lecciones claras en la cantera del Recreativo de Huelva. Aciertos y errores, decisiones erróneas y otras acertadas, pero sobre todo una necesidad urgente de definir un modelo claro que proteja el talento joven y le dé continuidad. Porque si algo ha demostrado este curso es que hay mimbres para construir, pero también que sin estabilidad institucional, los logros deportivos se diluyen con demasiada facilidad.
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