Como cinéfilo empedernido que soy, siempre me gusta revisar cada cierto tiempo esos clásicos que nunca envejecen, en especial sagas como ‘El Padrino’. La historia de la familia Corleone fue el primer acercamiento, en mi caso, con las películas de mafiosos, con ‘La Cosa Nostra’. A destacar una palabra que puede que desconozca, ‘Omertà’ o lo que se conoce como la Ley del Silencio. Cualquiera que hable de sus actividades delictivas tendrá que asumir las consecuencias de no mantenerse callado, por eso prefieren callar antes de jugarse la vida.

Trasladando esto al Recreativo de Huelva y salvando mucho las distancias, la Ley del Silencio es lo que se impone en las negociaciones que se mantienen a tres bandas con respecto al futuro del club. Es decir, Ayuntamiento, Pablo Comas y el grupo interesado en ser el nuevo dueño del Recre. Pocas son las veces que han salido a actualizar la situación actual tras conocerse que las negociaciones se encontraban en un punto muerto, por las pretensiones del que fuera presidente del Decano desde el 2011 hasta el 2016. Comas no querría vender todas sus acciones, para poder disponer de un porcentaje que le permitiera llevar a cabo su ‘Vendetta’ particular desde dentro del club. Así ha trascendido desde informaciones de la prensa onubense, conociéndose también que el Ayuntamiento no estaría por la labor y que solo daría facilidades a los nuevos dueños, como principal acreedor, en el caso de que se hagan con el 100% de las acciones de Gildoy España SL y nada más.
Una situación de bloqueo que el principal candidato a ser el nuevo ‘Capo’ del Recre ha llegado a reconocer. El argentino Marcelo Fígoli, máximo accionista del Burgos, se reconoció como una especia de ‘Consigliere’. Un facilitador que ayude a desbloquear la situación entre el Ayuntamiento y el dueño legal de las acciones del club decano, tras la sentencia judicial del pasado mes de enero, la cual aún no es firme, y que asegura que tiene gente interesada en invertir en el fútbol español.
Pero que se haya desvelado su nombre (convirtiéndose en un ‘Cascittuni’), dando pistas desde el consistorio sobre su identidad, no ha gustado mucho. Aunque no habría sido suficiente para que se rompiera la buena sintonía, como así dejan entrever las palabras de Jesús Vázquez, el presidente del Decano, en una reciente entrevista, en las que aseguraba que existía acuerdo entre el Ayuntamiento y los interesados en comprar el club, pero que no se concretaba por las exigencias de Comas.
Unas exigencias que chocan de manera frontal con una fecha que marca el futuro del club y hacia donde puede derivar todo. Se está a la espera de conocer si la justicia le devolverá en días o semanas el Recreativo a Gildoy. Una circunstancia que obligaría a Pablo Comas a asumir todas las responsabilidades derivadas de ser el dueño de un equipo como el Decano, con obligaciones de pago en torno a los 4 millones de euros para el mes de marzo.
Si uno atiende a los rumores que circulan en torno a la figura del expropietario que puede concretar su vuelta al club, no atraviesa por su mejor momento financiero y estaría ante la posibilidad de solucionar sus problemas con un buen acuerdo, que permita cumplir sus exigencias (tras perder sus mejores años a nivel profesional como él mismo reconoció) y las de sus socios. Pero son eso, rumores ante una verdad universal, como dueño de un club de fútbol que es Sociedad Anónima Deportiva asumiría la responsabilidad de cumplir con todos los compromisos pendientes.
Eso es la basa que juega un Ayuntamiento que tiene en sus manos una papeleta caliente. Si la venta no llega antes de que los recursos no fructifiquen, como así se espera, Pablo Comas deberá desembarcar en el Decano porque por mucho que la venta sea cosa suya. Ningún inversor en sus cabales entrará en un club de fútbol sin que haya sintonía el Ayuntamiento de la ciudad, y menos cuando es el principal acreedor con 14 millones (y creciendo) de deuda reconocida.
Así las cosas, este pulso entre dos partes enfrentadas tiene difícil salida. Unos se juegan perder su gran oportunidad de recibir lo que consideran suyo y justo. Quizás la última oportunidad tras un largo camino de juicios. Y otros tienen la responsabilidad de no dejar caer al Decano. Unos pueden amenazar con instar a la liquidación o dejar «morir por inanición» (frase que pasó a la historia), y otros con perseguirle judicialmente en forma de requerimientos de pago.
Como el final de ‘El Padrino 2’, con el protagonista ajustando cuentas con sus enemigos, Pablo Comas busca poner los puntos sobre las íes, con todos aquellos que lideraron la expropiación y dejaron caer el caso estadio. Por su parte, el Ayuntamiento de Huelva, con Paco Muñoz como hombre fuerte (el ‘Don’) en asuntos relacionados con el equipo del que aún son propietarios, tiene que buscar soluciones casi a contrarreloj para no pasar a la historia como el equipo de gobierno que no impidió la muerte y desaparición de una seña de identidad de la ciudad. De las pocas que aún se mantienen y que son motivo de orgullo para todos los onubenses.
Así, la historia del Recreativo de Huelva sigue siendo como esa novela o película sin un desenlace claro, en la que cada movimiento parece calculado, cada silencio es una declaración y cada paso en falso podría provocar una serie de reacciones en cadena. La Ley del Silencio, esa ‘Omertà’ que domina el día a día de esta negociación, ha envuelto al club en un clima de incertidumbre que tiene a la afición en un sinvivir. Como un ‘Consigliere’ en las sombras, el Ayuntamiento debe decidir si toma partido o se limita a ser un mero espectador, ante el pulso mantenido con un tipo acostumbrado a no soltar a su presa. El tiempo dirá si lograrán, entre unos y otros, cumplir con su cometido de preservar al Decano o si, como en la gran tragedia shakespeariana de la familia Corleone, el silencio y las traiciones acabarán por condenar a uno de los emblemas más queridos de Huelva.
El Recreativo, ese gigante dormido que espera despertar, necesita certezas y no más sombras. La afición, fiel hasta el final, espera que el club salga reforzado de este laberinto de intereses y vuelva a ser motivo de orgullo, no de preocupación. Porque, en definitiva, el Recreativo es más que un club, es una leyenda viva. Y las leyendas, como bien sabemos, jamás deberían caer en el olvido.

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