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¿Cuál es la solución a partir de ahora?

Convertir el Colombino en un fortín, recuperar la conexión con la afición y tomar decisiones drásticas, las opciones disponibles para obrar el milagro.

La derrota ante el Murcia de manera tan contundente ha hecho mucho daño, tanto al equipo como a la sufrida afición del Recreativo de Huelva. Quedan ocho partidos para lograr la salvación y aunque la distancia solo es de dos puntos, la realidad marca una situación de extrema necesidad. Con apenas seis victorias logradas en 30 partidos, tiene que sumar entre 10 y 12 puntos en los ocho que restan. Exigencia máxima para un equipo que hasta ahora se ha visto incapaz.

Ante este panorama, ¿cuál solución deben poner en marcha los nuevos gestores del club para obrar lo que sería un milagro? Lo fácil es destruir, pero pensando desde el punto de vista constructivo, estas serían las posibles alternativas:

Convertir el Nuevo Colombino en un fortín: De los ocho encuentros que quedan para que finalice la temporada, cuatro se jugarán en el Colombino, el feudo del Decano. A diferencia de como venía ocurriendo hasta ahora, es el momento ideal para que los nuevos responsables del club echen toda la carne en el asador con promociones de entradas ‘agresivas’, similares a la de un euro una entrada para abonados con el único objetivo de llenar el estadio en estas finales y conseguir un ambiente opresivo para el rival, y sobre todo, convertir a una afición cansada y hastiada en el jugador número doce que tan importante es para los partidos en casa.

Unión entre equipo y afición: Después de un año tan jodido como este, es muy complejo pedirle a la gente que vuelva a cumplir cuando entienden que son los profesionales del verde los que han fallado una y otra vez. Pero dado que la distancia con el descenso aún es mínima y a nadie le dolería más un descenso a la Segunda RFEF que a la fiel hinchada albiazul, quizás ha llegado el momento de favorecer el mejor ambiente para conseguir que el Decano sume el máximo número de puntos posibles. Para ello, los nuevos gestores tienen que hacer trabajo de pedagogía y acercamiento con la afición, desde las peñas, pasando por la Grada de Animación o por cualquier colectivo que pueda sumar a la causa. El objetivo, revertir esta sensación de enfado y cansancio, y que los partidos en casa y fuera solo se vean los colores albiazules. Recibimientos en masa al equipo unido a una buena promoción de entradas, o fletar autobuses para desplazamientos como los de Sevilla, Marbella, Alcoy y Fuenlabrada, para conseguir que los jugadores sientan el aliento de su gente en estos decisivos partidos.

Dejar de contar con los que no tienen la cabeza aquí: A grandes males, grandes remedios. Quedan ya pocos partidos y de nada sirve ponerse vendas. Que el equipo esté en esta situación, principalmente se debe a una muy mala planificación deportiva. Pero poco se puede hacer ya al respecto, salvo que los técnicos asuman que es momento de jugarse la salvación con aquellos que estén demostrando en los entrenamientos y partidos que están verdaderamente comprometidos. Aquellos que ya están pensando en la próxima temporada no deberían tener más oportunidades. El trato profesional del club y poco más. Y los huecos que liberan llenarlos con gente de la casa que por lo menos aporte ilusión, ganas y compromiso, por encima de la edad.

Un tercer cambio en el banquillo: Quizás es la solución más radical, pero tampoco es descartable. Hay que valorar si el mensaje de Íñigo Vélez llega al vestuario en estos momentos de la temporada. Son doce los partidos que lleva dirigidos y aunque sus números no son malos del todo, ya que solo ha perdido tres partidos, tampoco son buenos del todo y se quedan cortos ante las necesidades del equipo. Si el equipo ha entrado en barrera, quizás la única opción pase por incorporar a un nuevo entrenador, preferentemente de la casa y que conozca al club, la plantilla y la categoría.  No habrá muchas opciones disponibles y parece complicado que el técnico elegido por la nueva propiedad vaya a renunciar voluntariamente. Cabe recordar que en la historia reciente del club un tercer entrenador nunca ha funcionado del todo. Desde la llegada de un Pouso superado que no pudo evitar el doble descenso, pasando a noveles como César Negrero y Jose Dominguez, logrando la permanencia en temporadas donde no estuvo tan en riesgo como ahora, o como ocurrió en la campaña 2003/2004, donde el Recre tuvo cuatro entrenadores para una campaña en la que no pudo lograr el ascenso.

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