La ausencia del presidente del Recreativo de Huelva, Adrián Fernández, en el partido por la permanencia en Marbella fue duramente criticada, pero una revelación reciente arroja una luz distinta sobre aquel episodio.
Han pasado ya tiempo de la derrota en Marbella, clave para liquidar las pocas opciones de permanencia del equipo. El Recreativo de Huelva se jugaba la vida deportiva y, sin embargo, en la expedición albiazul faltaba una figura clave: su presidente, Adrián Fernández-Romero. Las imágenes que circularon ese mismo día no dejaban lugar a dudas: mientras el Decano se jugaba la permanencia, el máximo dirigente del club se encontraba en la plaza de toros de La Maestranza, disfrutando de una corrida. Aquella escena levantó una tormenta de críticas y desató un malestar generalizado entre la afición.

Pocas horas después, Fernández-Romero trató de calmar las aguas con un comunicado en el que pedía disculpas por su ausencia, justificándola con un supuesto "compromiso profesional ineludible". Una explicación que no convenció a casi nadie. De hecho, Albiazules.es pudo saber entonces que ese compromiso estaba relacionado con Spagnolo, la firma de ropa que podría ser un futuro patrocinador del club. Un argumento que se interpretó más como una excusa que como una verdadera justificación.
Sin embargo, el tiempo ha traído consigo un matiz inesperado y profundamente humano que, de haberse conocido entonces, probablemente habría cambiado el juicio de muchos.
Este sábado, el diario ABC ha publicado una entrevista con el torero Pepe Moral, protagonista del cartel de aquel día en Sevilla y, según confiesa, amigo íntimo de Adrián Fernández-Romero. En ella revela una historia de caída y redención, de noches oscuras y segundas oportunidades, donde el actual presidente recreativista juega un papel clave.
Pepe Moral, torero sevillano de Los Palacios, confiesa haber tocado fondo en todos los sentidos. Adicciones, ruina económica, problemas personales… Hasta que, gracias a un amigo -el propio Adrián Fernández-, encontró en Betania, una casa de ejercicios y retiros espirituales que está dirigida por las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, el camino para rehacerse. Dos años después de aquel punto de inflexión, Moral tuvo la que probablemente era su última oportunidad de torear en la plaza de sus sueños: la Real Maestranza.
"Ese día era el culmen de todo"
Ese 2 de junio, cuando el Recre sufría en Marbella, Pepe Moral se jugaba su propia vida en el ruedo. Y Adrián Fernández-Romero no quiso fallarle. Estuvo allí, acompañándolo en un momento de enorme significado personal y espiritual. El traje que lució el torero ese día, inspirado en el manto camaronero de la Virgen de la Macarena, fue un guiño a su amigo y a aquella experiencia transformadora. Una historia que mezcla fe, amistad y agradecimiento.
El propio Pepe Moral lo dice claro en la entrevista: "Ese día era el culmen de todo lo que había pasado durante estos años. Mi nombre agradecido. Le estaré eternamente".
La revelación no borra lo que ocurrió en Marbella ni resuelve las legítimas preguntas que se plantearon entonces sobre el compromiso institucional del presidente con el club. Pero sí añade una capa de comprensión sobre una decisión que, en su momento, se interpretó como una frivolidad y que ahora se ve, al menos en parte, como un gesto de lealtad humana.
Quizás el error de Adrián Fernández-Romero fue no explicar entonces con claridad los motivos reales de su ausencia. Quizás temió que una historia tan personal, espiritual y cargada de emociones no sería entendida por el entorno de un club que se jugaba la categoría.
Hoy, con la historia completa sobre la mesa, la crítica no desaparece, pero se matiza. El presidente del Decano cometió un error de comunicación que le costó muy caro a nivel de imagen, pero también demostró -aunque tarde- que a veces hay decisiones que no se entienden desde el fútbol, sino desde el corazón.
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