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La transformación física de Viedma para coger el último tren

El centrocampista jiennense ha perdido 15 kilos como paso innegociable para convencer a Pedro Morilla durante la pretemporada.

Alejandro Viedma ha comenzado la pretemporada decidido a aprovechar la que puede ser su última oportunidad. Y lo ha hecho con un cambio que no ha pasado desapercibido para nadie en el entorno del Decano. El centrocampista andaluz de 26 años ha reaparecido haciendo gala de una transformación física palpable —con 15 kilos menos— y con la determinación de ganarse un sitio en el primer equipo del Recreativo de Huelva.

Llegado el pasado mes de enero como una apuesta personal de la propiedad, que conocía bien su trayectoria y confiaba en su potencial, Viedma aterrizó en Huelva en una situación delicada. Sin ritmo, con problemas físicos y falto de continuidad, se integró en el Atlético Onubense, donde fue ganando protagonismo hasta consolidarse como titular en la recta final del campeonato a las órdenes de Raúl Galbarro. A medida que recuperaba sensaciones, también dejó muestras del talento que lo convirtió en su momento en una de las promesas más firmes de su generación en la cantera del Sevilla FC.

Pero el fútbol no siempre ofrece trayectorias lineales. Lesiones, decisiones personales y circunstancias adversas lo alejaron de la élite cuando muchos le auguraban un futuro brillante. Consciente de que su última oportunidad podría pasar por este verano, Viedma se ha volcado en una transformación radical, no solo en el aspecto físico, sino también en lo mental.

En el primer día de entrenamientos bajo la dirección de Pedro Morilla, el mediocentro ha sido uno de los jugadores más destacados en cuanto a esfuerzo y actitud. Comparte ese mérito con otros compañeros como Álex Bernal o Antonio Domínguez, que también han demostrado estar a tope desde la primera toma de contacto.

Morilla lo tendrá bajo lupa durante las próximas semanas. Como ya adelantamos en Albiazules.es, el técnico sevillano lo evaluará detenidamente en esta fase de preparación. La exigencia, eso sí, será máxima: o convence al cuerpo técnico y se gana un sitio en el primer equipo, o su etapa en el club tocará a su fin. La puerta del filial está cerrada, por lo que no hay margen para el error.

Viedma lo sabe. Y su reacción ha sido ejemplar. Ahora deberá continuar afinando su puesta a punto, ganar tono muscular, ritmo competitivo y mostrar sobre el césped que aún está a tiempo de reconducir una carrera que no ha dicho su última palabra.

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